Si uno se pone a pensar es increíble el desarrollo de las manos de póquer. Como va avanzando el juego a través de las manos y las apuestas, de cómo el jugador va enfrentando retos, subiendo apuestas de póker, cambiando cartas y luego el desenlace. O también si ve que no tiene chances se puede retirar, o quieres ver que tiene el otro.
Es como una ceremonia, igual que en las salas de casinos, con las fichas, el sonido de ellas, el acompañar las cartas y luego dejarlas en el paño para ver quien se las lleva, quien es el más hábil, quien anda mejor en ese momento, más claro. Es increíble como los jugadores de póker van aceptando su suerte, es irreversible el desarrollo del juego, es la suerte, las cartas, los rivales, todo se junta y sale ese partido en donde uno vive esas emociones que solo se viven en un juego, como el póquer.
Las manos de póker se suceden con sus diferentes momentos, los jugadores sufren poder ganar y luego respiran o no, los demás se irán retirando con ese gustito amargo que da la derrota, y al final que da el ganador con aquel que le esta haciendo más fuerza, el rival más competente. Este es el juego de póker, algo serio donde los jugadores, sienten, sufren y tienen esas vivencias del juego que están acostumbrados a sobrellevar y a veces no hay remedio, no se puede revertir y no queda otra que irse, y esperar el día de uno, aquel el del desquite, que es lo bueno que tiene este juego, el juego de póker.
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